sábado, 6 de junio de 2009

TERMINATOR SALVATION: CRÍTICA



Ocurre lo de casi siempre con estos blockbuster-dinamita que resucitan franquicias en punto muerto a ojos de una nueva generación de espectadores adictos al ruido (adolescentes desorientados, mayormente). La película de McG es un festival de exhibiciones pirotécnicas de última generación, una bacanal grandiosa de efectos visuales colgados en el vacío de la narrativa invisible. Enésima atracción de feria made in Hollywood hasta el cuello de esteroides digitales, el nuevo Terminator se pasa media vida buscando su destino, en mitad de una crisis de identidad trágicamente enorme.

Durante una hora McG no nos cuenta absolutamente nada. Nos despista a base de fenomenales persecuciones a toda pastilla y fuegos artificiales entre las cenizas nostálgicas de los viejos Terminator. Una hora entera sin guión que gira en torno a una excusa argumental minúscula que ya nos sabemos: John Connor es el sufrido líder de la heroica Resistencia de los humanos contra el desatado genocidio perpetrado por la inteligencia artificial de Skynet que se sirve de un ejército de cyborgs calavéricos para ejecutar sus tétricos planes de control, dominio y conquista. Y punto pelota.

Sesenta minutos a vueltas con la sustancia argumental del primer Terminator, apelando a la la melancolía y la nostalgia baratas. Estamos pues donde esperábamos estar pero lamentablemente no ocurre nada. Nos consolamos con el tremendísimo estruendo visual y la sucesión de pantallas videojueguiles.

"Terminator Salvation" cuenta con un tremendo trabajo técnico y digital, abriendo el abanico lo suficiente para vendernos la inminencia de una inevitable continuación de la saga. La buena noticia es que McG se maneja decentemente ante el volumen del reto, la mala es que el guión lamentablemente da para muy pocas alegrías, no por bueno o malo, sino por ausente.

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